El duelo



Los contrincantes se observan con miradas fieras. Parecen estudiarse mutuamente, buscando señales de sus inminentes acciones.
Uno de ellos, el caucásico, se siente muy confiado. Nunca ha sido vencido y se muestra seguro de que esta vez no será diferente. El otro, un sujeto de piel oscura, sabe esto y duda. El sudor moja su frente, parece tenso. Le tiemblan las manos y su corazón palpita a más no poder.
Hubo quienes pusieron sus esperanzas en el caucásico, ya lo daban por victorioso. Otros en cambio, se muestran ansiosos de ver al moreno triunfando en este duelo. Una verdadera parodia a David contra Goliat.
Todo es silencio, el viento apenas sopla. La suerte está echada, cualquier cosa puede suceder. En ese momento culmine de las emociones, sus sentidos son violentamente alertados. Entonces el caucásico corre y patea el penal. El arquero se lanza hacia el costado que creyó el correcto y en un esfuerzo sobrehumano consigue desviar el balón. Destruyendo la vana confianza de su adversario.

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